PUERTO ROSALES (III) MALVINAS

Estuvimos en guerra, no como las de la tele, con tiros, bombas y Vick Morrow cruzando Europa.
Lo nuestro fue mas cotidiano, con situaciones nuevas y palabras nuevas,o viejas con significado nuevo.
Mi rol era ser el encrgado de salir a la calle y mirar las ventanas de nuestra casa mientras mis viejos cubrían las ventanas con cobijas (frazada era una palabra extraña al barrio), porque todas las noches habia "oscurecimiento", una especie de toque de queda lumínico, que se había impuesto porque la base naval, nos habían dicho, podía ser bombardeada y no teníamos que dejar salir la luz de la casa.
Para hacer cumplir el oscurecimiento, un helicóptero pasaría por encima del barrio arrrojando una bolsa de harina en el lugar donde se viera la iluminación alcahueta, que traería como consecuencia la visita del jeep de la Policia Militar, que recorria la zona en busqueda  de la fantasmagorica mancha que dejaba la bolsa al caer en el patio del descuidado habitante de alguna casa.
No sólo las casas se "oscurecían", también los autos y colectivos tenían las luces acotadas sólo a una linea mínima en el centro de los faroles lo que se llamaba "enmascarar".
Muchas cosas nuevas extrañas a la  rutina barrial y el climax llego cundo nos avisaron que se realizaría un "simulacro", que era como un exodo pero menor y de entrecasa.
El día que nos tocaba el "simulacro", mi vieja preparo el mate, el termo (tapa de corcho con cañito de hierro) y las masitas . pensé que  no estaba bien, pero me arrepentí al ver pasar a lgunas personas que además de bolsitas materas llevaban reposeras.
El "simulacro", como su nombre lo indica, era simular un bombardeo en día y hora determinados con anterioridad. todos los habitantes debían dirigirse hacia las  afueras del barrio, en una zona descampada  que todos conocíamos con el nombre de "el campito", y hacia allá nos dirigimos en nuestro día "D", bolsa con mate, masitas y una expectativa que fue creciendo al ver que de todas las casas salían los vecinos y, entre saludos, se unían a la marcha.
Al campito le habían realizado dos surcos largos, paralelos, de medio metro de profundidad, dentro de ellos se fue acomodando toda la gente, un Patton de entrecasa se paró en un montículo de tierra y levantó la mano para llamar la atención.
El silencio nos invadió, éramos una postal, ¿qué palabras sublimes saldrían de la boca de ese ser que nos obserbava, brazo en alto, desde lo alto?.
A partir de hoy si suena la sirena de ataque aereo, tienen que hacer esto, buenas tardes.
¿ya está?, ...pero si mi mamá no aprontó el mate todavía y los vecinos ni abrieron las reposeras....volvemos a casa?
Y así pasamos la guerra, con el "seguimos ganando"desde la tapa de gente, con Cacho Fontana y Pinki, con Galtieri en el balcón, con los vecinos que no volvieron, con los que volvieron y ya no fueron lo mismo y con los que no fueron y hoy lucen medallas.