"... a nosotros, que no somos ni caballeros de la fe, ni superhéroes, sólo nos resta hacer trampas con la lengua, hacer trampas a la lengua. A esta fullería saludable, a esta esquiva y magnífica engañifa que permite escuchar a la lengua fuera del poder, en el esplendor de una revolución permanente del lenguaje yo la llamo literatura..." ROLAND BARTHES
ACLARACIÓN TONTA PERO NECESARIA AL FINAL DE LA PAGINA HAY UN ENLACE QUE DICE ENTRADAS ANTIGUAS ES PARA VER LAS IDEM (LES DIJE QUE LA ACLARACIÓN ERA TONTA)
sábado, 4 de junio de 2011
PUERTO ROSALES VI (LA LEÑA)
Sábado temprano, miro por la ventana y veo los pastos blancos, la primera helada fuerte, me detengo ante el vidrio recordando otras mañanas, otras heladas, otros fríos.
Puerto Rosales era un barrio sin gas de red, las opciones que se manejaban para calefaccionar las humildes casas eran varias, las pequeñas estufas a querosén que destrozaban cabezas con su penetrante olor, las más modernas estufas eléctricas que al ser pequeñas servían de poco, las cocinas con gas envasado que se usaban sólo para cocinar, ya que la garrafa no estaba al alcance de todos los bolsillos y por último la cocina a leña o salamandra, que no implicaba gastos económicos, pero que al igual que un dios insaciable nos pedía diariamente el sacrificio de alimentarlo con leña.
No era fácil satisfacer la voracidad de su candente estómago, sus gustos eran totalmente contrarios a la comodidad de conseguir ese alimento, el álamo, por ejemplo, liviano y cómodo para transportar, era devorado al instante, el eucalipto y el tamarisco lo saciaban un poco más, pero lo único que lo tranquilizaba por largo tiempo era el quebracho que conseguíamos de los durmientes abandonados. Madera dura, melladora de filos, quebradora de cuñas y con astillas filosas como dagas.
Casi todas las casas tenían un dios calorífico, cada dios calorífico sus acólitos infantiles que emponchados recorrían los alrededores del barrio, bolso al hombro, soga para el ramerío, hacha con el filo envuelto en trapo, ojos llorosos por el viento, narices goteadoras por el frío, manitos con ampollas.
Una mañana con pastos blancos, como esta que veo por la ventana, con once años cumplía con la búsqueda de madera cuando encontré un tamariscal y en su interior brillaba una enorme raiz, solo una rama me impedía el paso, le pise un extremo y lanzé el golpe con el hacha, el filo resbaló por la verde rama y me abrió un fiero tajo en el dedo del pie. Volvi rengueando, lagrimeando y con una certeza, el día que por fin dejara de nesecitar a ese ser maligno , nunca mas me volvería a atar a su glotoneria de madera.
Pasaron muchos años, mis allegados intentan vanamente convencerme de la bondades y beneficios que representa el profesar la religión de las salamandras, estufas a leña y hogares, hasta han usado como canto de sirena, frases poeticamente rebuscadas como "el crepitar de los leños", no lograran convencerme, mi época de juntador de leña al igual que el barrio aquel se quedaron en el pasado.
Me alejé de la ventana, el calefactor irradiaba un calor agradable que invitaba a tomar unos verdes a su lado sin pedir nada a cambio, para qué salir al frío de la mañana si no hace falta leña.
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7 comentarios:
Los nostálgicos de media memoria,los felices habitantes de una sólida casa que no tienen ni la mas puta idea del duro oficio del albañil.Pero como explicarle a alguien un color,un olor o un dolor que no conoce?
Un abrazo
moscón
Bello compañero. Que decir,....si usted ya dijo mucho con el hacha y la palabra. Gracias.
moscon: muy cierto,pero a lo mejor con contarlo ayuda
polifemosolo: las gracias se las doy yo por visitarme
un abrazo
Edgardo: me emocionaste bastante, y me llevaste atrás en el tiempo.
Durante la época de Martinez de Hoz, en mi casa se vivió muy mal. Cenábamos solo, y mi padre que era herrero, hizo una salamandra casera (imaginate). Glotona, como bien decís. Las piñas no duraban nada. Cuando empezaron a tener algo de trabajo, compraban eucaliptus (húmedo, siempre). Yo tenía unos 12 años, 13, y era la encargada de hacharlo para partir las astillas al medio.
Si te contara lo que son hoy mis vértebras lumbares, o mis nervios ciáticos... más pasan los años y más se siente aquella hacha.
Sí, divino el crepitar de los leños, si el que hacha, es otro, si hay para piquillín o algarrobo, si hay plata, bah.
ya no es tan así ! exclamaron acá al lado leyendo el post, y es verdad, ir a buscar la leña cortadita a la barraca es una boludez, así que acá estamos , después de limpiar la chimenea, tirar las cenizas en el patio, buscar ramitas finitas para iniciar el fuego, llenar la casa de humo porque había un poquito de viento, abrir las ventanas para que salga el humo y (entre el frío), ahora si! estamos disfrutando del crepitar!! no te da envidia?
y hablando de humo que decir de Caruso no? y de Caruzzo!ni hablar...
eso era a lo que apuntaba, es más, de la misma época estoy hablando y para mas coincidencia tu viejo es colega, acá tambien hacemos las salamandras caseras, si tenés ganas y tiempo en este blog en las entradas antiguas hay varias de Puerto Rosales a lo mejor te traen recuerdos, gracias por el aporte siempre es un gusto
señor daniel: usted y la persona que exclama a su lado son el típico caso de la clase media soreta que abunda en esta patria, seguro que no es capas de saludar al pobre obrero que corta la leña en la barraca, que diría usted si yo le dijera que es muy lindo criar gallinas eh?
de carusso no voy a opinar, hoy lo vi llorar y me sentí realizado
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